Básicamente, se trata de un potente desintoxicante que se obtiene, generalmente, calentando cáscaras de coco a temperaturas extremadamente altas hasta que éstas se carbonizan o se queman por completo. La ceniza resultante se procesa con vapor o aire a temperaturas igualmente altas para producir una estructura microporosa, que es la que permite absorber las toxinas.
USO SUGERIDO:
Hay una corriente de naturistas que lo han añadido a los batidos, zumos u otros líquidos ‘detox’ con fines depurativos. Pero también es cierto que su popularización actual tiene mucho que ver con la estética, con el resultado visual. Un vaso lleno de líquido negro o un sándwich donde el blanco del queso sale de entre el negro de las dos rebanadas de pan generan una imagen muy atractiva tanto para la venda al público curioso, como para difundir fotografías ‘foodie’ en Instagram.
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